Quizá es que soy mujer de malas inclinaciones y me lo he ocultado incluso a mí misma.
A la derecha, los títulos cambiantes de dos o tres páginas de las que tengo enlazadas no hacen más que escupir indecentemente la palabra “feminista” y no sé como taparlas un poco y hacerlas callar, que una cosa es que yo las lea y comparta mucho de lo que dicen, y otra muy diferente es que se vayan dando cuenta por ahí de que soy feminista, que parece que es una cosa muy fea y yo no lo sabía. Lo juro. Juro que yo era ignorante de que para ser feminista hay que ser así de mala.
Me enteré viendo el otro día por casualidad un programa de telebasura. Volvía yo de apuntarme al paro – la verdad es que me vine un puntito decepcionada porque acababan de dar la noticia de los 4 millones novecientos mil y pensé: mira que si al meter mis datos en el ordenador, le salta un mensaje a la funcionaria que dice “es usted el visitante 5 millones y le ha correspondido un viaje a los Fiordos Noruegos” (o las Rías Baixas, tanto me hubiera dado)- Y ya me imaginaba a toda la oficina felicitándome efusivamente, confetti volando, abrazos y lloros de alegría. Pero nada. La funcionaria metió mis datos y lo que dijo fue: “le mandaremos una carta”. Hala; p'a casa.
Por donde iba... En fin, retomando el hilo: Estaba yo haciendo “asín” con el mando, un poco de záping (que yo jamases de los jamases veo realitys) y aterricé tontamente en un canal ignoto; en ese momento tuve que atarme el cordón de la zapatilla, que si no, yo hubiera pasado de largo con el mando; y escuché lo siguiente:
Hombre impresentable: (resumido) por culpa de que mi amante se fue de la lengua, tengo problemas con mi mujer, por lo que reclamo a mi amante una indemnización por daños y perjuicios.
Mujer indignada: ¡Por hombres como tú soy yo feminista!- Huy, me dije, yo, qué interesante, a ver qué tiene que decir (y entonces ya escuché aposta)
Hombre impresentable: Blablabla (ininteligible e interrumpido por la:
Mujer indignada: POR TU CULPA ODIO YO A LOS HOMBRES (así mismo, gritando). Por hombres que blablabla...
Estupor en la sala. En la mía. En la tele siguieron al lío como si tal cosa.
Luego, anuncios. De esos de mujeres: para las que retienen líquidos, para las que los pierden; para las estreñidas, para las (¡ejem!) pedorras; para las gordas, para las gordas; y para que las que, siendo flacas, se sientan gordas.
¡Ah!- me dije yo a mí misma, cuando reaccioné quince minutos después- A ver si no me he enterado yo bien de lo que es el feminismo. Igual me he saltado un capítulo del decálogo de la feminista. El de odiar a los hombres. Yo no sabía que había que odiarles, ¡Con lo que a mí me gustan!. (No se agolpen, caballeros, que ya tengo mis favores comprometidos).
Yo ya tenía mi cosita -cada uno se ata a las supersticiones que elige- cada vez que decía “soy feminista”, me tocaba con disimulo el labio superior por si ya me había salido bigote. Y, por nada del mundo lo repito tres veces seguidas delante de un espejo con una vela encendida, porque te vuelves desaliñada, fea y menopáusica. ¡Ay, señor; ¡que va a ser eso!, un descuido tonto de cualquier tarde aburrida.
A ver, a ver, dónde lo tenía yo. Aquí está. Los mandamientos de la feminista se resumen en dos:
Uno: defender la igualdad en derechos de las mujeres y los hombres
Y dos: defender que sea cada mujer quien decida en su propia vida.
Nada de odios, ni de rebajar a los hombres, ni de despreciarlos. Pero, alma de cántaro -le digo mentalmente a la Mujer Indignada- ¿de dónde has sacado tú que eso que sientes delante del Hombre Impresentable se llama feminismo?
Recobro la cordura. Va a ser que hay gente que oye campanas y no sabe dónde.
Me temo que esta confusión semántica un día les llevará a esnifarse la sacarina y echar en el café un poco de estricnina. Total, como acaban en lo mismo que cocaína, pues eso. Pensando en el nazismo, ¿supondrán que el humanismo es el intento de exterminar a la humanidad?.
Lo constato: No tengo malas inclinaciones. Lo que hay es mucho despiste. O ignorancia. Mucha.